Kourouma, Ahmadou Novela

Los soles de las independencias-Ahmadou Kourouma

Es aquel que nunca lo ha ejercido quién considera que el poder no es placentero. Nacido en 1927 en lo que ahora forma parte de la República de Costa de Marfil (entonces África Occidental Francesa), Ahmadou Kourouma, malinke, rechazó reprimir a los independentistas cuando estaba en el ejército colonial, represaliado él mismo, exiliado por Houphouët Boigny y finalmente perseguido por no ser lo suficientemente marfileño. Nada es bueno en sí, nada es malo en sí. Es la palabra la que transfigura un hecho en bien o lo convierte en mal. Un recorrido que comienza con los soles de las independencias: ¿Sabéis las causas de las desgracias y las guerras de África ¡No!. Pues muy sencillo, es porque los africanos no se quedan en sus casas –explicó Sery. Él no se había ido nunca de la Costa de Ébano para ir a instalarse a otro país y quitarle el trabajo a los de allí, mientras que los demás habían venido al suyo. Con los colonizadores franceses habían desembarcado dahomedianos y senegaleses que sabían leer y escribir y eran ciudadanos franceses o católicos; negros más astutos, más civilizados, más trabajadores que los naturales del país, los miembros de la tribu de Sery.

Conflicto que arruinó el mito de una próspera Costa de Marfil, la Suiza africana, la poseedora de la réplica del centro del orbe cristiano, la basílica de San Pedro bis. Conflicto desatado con la excusa de la defensa de una identidad inventada, la marfileña. Conflicto que desencadena conflictos que se extienden como bolas chocando en la metáfora del billar, anheladas identidades imposibles a imagen y semejanza de los europeos Estados-nación clásicos que, tal vez, nunca existieron. Texto: “África se lee, África nos lee”-04/09/2008 – Autor: Juan Rivero Rodríguez – Fuente: Revista Pueblos

Breve resumen:

Esta novela narra la historia de Fama, príncipe malinké y último descendiente de la dinastía Doumbouya de Horodougou. Fama, destronado y reducido a la miseria, ya no es más que un carroñero de funerales que corre a mendigar de sacrificio en sacrificio y al que sólo le queda el recurso de la palabra para expresar su menosprecio y amargura. Su mujer, Salimata, sufre la desdicha de ser estéril al tiempo que le atormentan los recuerdos de su dura infancia: el rito de ablación, la violación, el matrimonio forzoso con Baffi, el rapto tras la muerte de su marido, y finalmente su huida a través de la selva. El autor, con una prosa que parece restituir el ritmo africano, nos muestra la realidad del África poscolonial. Las promesas de progreso hechas a los africanos, colonizados y abandonados en cuanto se emanciparon, no se cumplieron. El pueblo mismo, Togobala, aparente garante de la tradición, está en absoluta decadencia y ha perdido toda su autenticidad. Los soles de las independencias refleja el hundimiento de una sociedad desestabilizada por completo que ha extraviado sus referencias, primero bajo la dominación colonial y luego con los poderes corruptos de los dirigentes de las independencias. (www.alphadecay.com)

Ficha:

  • Título original:  Les Soleils des indepéndances (Editions du Seuil, 1970)
  • Idioma: Original: Francés
  • Traducción al castellano:  Editorial Alpha Decay (2005)
  • Traductora: Mireia Porta i Arnau
  • Otras publicaciones de esta obra/ Otras obras traducidas:
      • Alá no está obligado. El Aleph (2001)
      • Esperando el voto de las fieras. Editorial Modernos y Clásicos
      • Cuando uno rechaza dice no. Editorial Alpha Decay
      • Al·là no té cap obligació  (2001)  [Catalá] Ediciones 62,SA
      • Esperant el vot de les feres  (2002) [Catalá]  Ediciones 62,SA

Tras leerlo:

Lo primero que quiero mencionar es que esta novela pierde uno de sus valores fundamentales al leerse en castellano. Kourouma dice que la pensó en malinké y después la tradujo al francés, por esta razón en la obra francesa hay un lenguaje único, propio del escritor, que transmite a partir de retorcer el habla africano malinké y traducirlo al francés, sin perder su esencia de oralidad, su estructura y su manera de expresarse.

El problema surge al intentar trasladar todo ese espíritu, esos juegos del lenguaje, ese uso de refranes o giros propios de la lengua, de nuevo desde el francés a otra lengua (en esta ocasión al castellano, su obra ha sido traducida también al catalán, lo cual es muy encomiable).

Desde siempre la labor de traducción me ha parecido un trabajo que  rara vez puede llegar a dejar a nadie satisfecho. Como señalaba Virginia Wolf en su artículo “El punto de vista ruso”: “Cuando se ha cambiado toda palabra de una oración del ruso al inglés, con eso se ha alterado un poco el sentido y del todo el sonido, el peso y al acento de las palabras en la relación que guardan entre sí; nada queda sino una versión tosca y burda del sentido”. Al leer esta obra, como me ha pasado en otras ocasiones, me llega el hálito de un intento de plasmar un lenguaje diferente, aún más en esta ocasión en la que el autor se esforzó en que así fuera, pero me queda la insatisfacción de no contemplar todo ese riquísimo universo lingüístico que se generó en malinké y se reinventó en francés. He localizado un pequeño y estupendo ensayo de Ezechiel Akrobouu sobre esta cuestión para quien quiera profundizar más (se puede leer abajo).

Toda la novela es una crítica tanto del antes como del después, de la época precolonial como de la postcolonial y a la larga quizás se trate de una especie de profecía que mira hacia el futuro. La trama comienza con una muerte. Una muerte anunciada a la manera malinké que nos empieza a dar las claves de lo que nos espera a continuación. Aquel funeral no es como los funerales que se hacían antes de los Soles de las independencias, nada es ni será como era antes de las independencias, antes de las promesas incumplidas, mucho antes de que pasara el arrollador alisador europeo y lo dejara todo patas arriba. Y eso que antes estaba la colonización, los trabajos forzados, los impuestos y las carreteras.

El África de los griots, “la de la libertad en el negocio” que era su esencia y que la colonización reprimió y las independencias arruinaron, quedó relegada primero por la explotación y después por el “partido único”que trajo las independencias, que el protagonista asemeja a una reunión de brujas donde las iniciadas devoran a las demás.

El único príncipe de Horodougou solo tiene la palabra para escupir sobre aquello que ve, clamando contra Francia, sobre aquellos que han arrasado su mundo hasta dejarlo irreconocible. Su mujer Salimata nos conmueve con su vida, que va desde la ablación hasta la violación. Matrimonio de estériles. La esterilidad como metáfora de la sequedad profunda y el no futuro. Fama, príncipe destronado, último descendiente estéril de su dinastía, pobre de solemnidad, intenta circular con libertad por su tierra sin conseguirlo, ahora se necesita una tarjeta de identidad. Es una de las metáforas más fuertes de la novela: África extranjera en su propia tierra.

Las independencias trajeron el partido único y el socialismo. Hay quien piensa que el socialismo es bueno y que solo le falta tiempo (Konaté) y otros que el principal mal de Africa es ese salir de un lugar para ir a quitar al trabajo al otro, la migración (Sery). Lo cierto, para unos y para otros es que «nosotros trabajamos y son los extranjeros los que ganan el dinero».

Nada queda ajeno al poder de corrupción y al desorden. Se acabaron las divagaciones con la tribu y empezaron los comités. Vino el dinero y comenzaron a aflorar los coches y la vida disipada. Los dirigentes solo consultaban a los hechiceros para consolidar su poder sobre sí mismos. Fama envejecido y cano, solo y señalado, pasará el puente y encontrará el camino, el suyo (¿el que debería emprender África?), que muchos han olvidado ya.

«Como auténtico descendiente sólo quedaba él, un hombre estéril que sólo vivía de limosnas en una ciudad en la que el sol no se pone (puesto que las bombillas alumbran toda la noche en la capital), en la que los hijos de esclavos y los bastardos, mandan, triunfan, uniendo las provincias con hilos, (el teléfono¡), franjas (las carreteras¡) y viento (los discursos y las radios¡). Fama tuvo miedo de la noche, del viaje, de los funerales, de Togobala, de Salimata, de Mariam y de sí mismo. Miedo de su miedo«.

Sobre el  autor:

Ahmadou Kourouma (Costa de Marfil, 1927 – Lyon, 2003) se impuso como una de las voces indispensables de la literatura africana francófona. Entre su producción hay una obra de teatro y varios libros para niños,  pero el género en que más destacó fue el de la novela. Kourouma hizo de los conflictos coloniales y poscoloniales su gran tema, y lo que le valió premios tan importantes como el Renaudot, el Jean Giono, el Livre Inter y el Prix des Tropiques. Toda su novelística ha sido publicada por la prestigiosa editorial francesa Seuil. (Fuente: www.alphadecay.com).

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