Ndongo, Donato Pensamiento y Ensayo

Imaginar África: los estereotipos occidentales sobre África y los africanos

Imaginar África

El título de esta colección de ensayos, una obra coral de nueve africanistas, nos induce a pensar en la palabra «imaginar»: ¿cómo y por qué imaginamos África y a los africanos? y ¿por qué «imaginar»?. Pero os aseguro que cuando acabéis de leerlo habréis «pensado» África y, por extensión, vuestra imagen de los africanos.

Imaginar es «representar idealmente algo, inventarlo, crearlo en la imaginación». Inventamos África, en una palabra. Y lo hacemos a partir de imágenes o ideas aceptadas comúnmente por nuestro grupo o sociedad occidental con carácter inmutable (estereotipos). El problemas de los estereotipos, los clichés, es que, una vez implantados, cuesta que desaparezcan. El profesor Ferran Iniesta es partidario de llevar a cabo una deconstrucción: «demoler pieza a pieza la sinrazón de nuestra imagen animalizada del negro» (pág. 32).

Estereotipos sobre África hay muchos: se habla de África como si se hablara de un país, sin diferencias (África como un todo), se habla de un continente incapaz de gobernarse por si mismo, lleno de seres pasivos, sin capacidad de iniciativa, necesitado de la ayuda occidental (África dependiente), se siente África como un lugar terrible, donde el caos más absoluto y el terror campan a sus anchas (África terrorífica o peligrosa), o se imagina África como un paraíso (África exótica), etc.

José Carlos Sendín ahonda en las razones de esta solidificación de las imágenes sobre el continente: estudiando el caso de Ruanda y el tratamiento mediático (televisión) que se le dio. No fue sólo que fuera objeto de una información escasa, sino que además la forma en la que se realizó no fue la más adecuada: resaltando la parte horrible y ahondando en el terror, con casi nula indagación sobre las causas, e incidiendo en la crisis humanitaria africana como paradigma y marco de interpretación de lo africano. «Más y mejor información» es lo que pide, lo que «nos permitirá comprender sus orígenes, sus causas y quizá, la indiferencia de Occidente aparecerá reflejada en el espejo y empecemos a comprender nuestra parte de responsabilidad en esta situación» (pág.62). Josep M. Catalá hace lo propio desde la mirada que nos proporciona el imaginario cinematográfico, en un recorrido por conocidas películas, de los años treinta a inicios de los sesenta, que tanto han servido a la construcción de esos estereotipos y que, sin embargo, a su modo de ver, «eran más genuinas que la insensibilidad actual, alimentada por una televisión que mira obsesivamente sin ser capaz de ver» (pág.89)

Continuando con el análisis, Gerardo González Calvo escribe y reflexiona sobre la información. Una noticia vale en cuanto «vende»: «informar ya no es dar noticias veraces, sino elaborar informaciones que vendan» (pág.152) y África no cuenta;  la información que llega de allí no es negocio. La misma CNN apenas tiene abiertas 3 oficinas (a fecha 2009) en toda África. Así, la información llega elaborada desde fuera del continente, lo que multiplica la imagen de África hambrienta, en constante conflicto bélico, brutal e infantilizada. Se acaba usando el dolor como algo rentable y hablando de la «obscenidad de la violencia». Como asegura Ignacio Ramonet, «El Sur es, en nuestro sistema comunicacional, un infierno o un paraíso: pero jamás un país normal» (pág.163), para acabar concluyendo, como Antoni Castel, quien examina la imagen del africano como sujeto periodístico, que es necesario visibilizar al africano, dándoles la palabra a ellos, escuchando sus voces.

Mención aparte merece Lola López, impagable en su capítulo sobre los menores subsaharianos. Escribiendo sobre el paso de la apropiación simbólica a la apropiación real de los niños, desde el análisis de sucesos tan impactantes como el que se produjo cuando  el «Arca de Zoé» (una ONG francesa),  intentó en 2007 llevarse de Chad a 103 niños. López encuentra corresponsabilidades de las ONG y sus campañas de «sensibilización», que han propiciado esa imagen del niño del Sur, que acaba estigmatizando a las propias sociedades de las que proceden (que no sabe cuidarlos) y ahondando en la idea de situación de deriva de los niños, que es el caldo de cultivo para que se de la apropiación simbólica y de ésta a la (tremenda) apropiación real. (pág. 92)

Y si Gustau Nerín hace un repaso por la literatura que emana desde África o desde fuera del continente, pero que habla sobre el mismo, en general, y de la guineoecuatoriana, en particular (capítulo que me guardo como un tesoro por el alud de nombres y obras que vierte), concluyendo que «la literatura de temática guineana está aún por descolonizar» (pág. 124), Jean- Bosco Botsho, lo hace por la religión, incidiendo en varias creencias, entre las que destaco «la convicción de que las tradiciones culturales africanas que contradicen la cultura occidental son incompatibles con el cristianismo» (pág. 140)

El escritor Donato Ndongo, además de contarnos su propia experiencia personal en relación a los estereotipos, cierra el libro y afirma que «Sólo cuando se perciba al africano como un ser humano más (…) Sólo entonces podremos decir que los negros somos iguales que los blancos, porque no habrá seres superiores ni inferiores, sino simplemente seres humanos, sujetos de los mismos derechos en tanto que vecinos de un mismo planeta» (pág.182). Ni más ni menos.

Porque cambiar la manera de ver las cosas, es un ejercicio muy sano… no imagines, piensa África.

Ficha:

  • Título original:  Imaginar África: Los estereotipos occidentales sobre África y los africanos (2009)
  • Editorial «Los libros de La Catarata». Casa África. Antonio Castel y José Carlos Sendín (eds)
  • Nº páginas: 182
  • Mediateca online «Casa África» 

3 comments on “Imaginar África: los estereotipos occidentales sobre África y los africanos

  1. Qué positivo y esperanzador que el continente africano encuentre voces de avanzada para plantear estos vacíos y contradicciones, cierto es que los medios ahondan diferencias y ensanchan las distancias, por alguna extraña razón y a la sazón todos somos culpables de alguna manera, por seguir en la ignorancia, me alegra encontrar este sitio tan interesante.. gracias por su labor tan loable..

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  2. Pingback: Una visión que comunicar | ADEPU

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